domingo, 15 de noviembre de 2009

La última estación para un pez de escenario

No es una despedida. Sabina no se retira, pero anuncia que ésta será la última vez que haga una gira a lo grande. Su último trabajo, “Vinagre y Rosas”, apela al oscuro encanto de Praga, al amor cuando se acaba, es un disco crepuscular. Sin embargo, como reza el último verso del primer single Tiramisú de Limón, el final no empieza hoy.

Es imposible rechazar este dulce. Para cocinarlo han hecho falta varios maestros reposteros y un jefe de cocina de excepción, Joaquín Sabina. Para escribir los poemas que ponen letra a cada uno de los temas, el autor ha viajado hasta Praga acompañado del escritor Benjamín Prado. El motivo del viaje, salir de la rutina, conseguir que el dulce fuera amargo, buscar las palabras que consiguen hacer de cada canción pura literatura.

"Me acuerdo que estábamos en los diablos azules y me dijo oye Benja, aprovechando que tú estás hecho polvo ahora mismo, y te has peleado con una novia, por qué no nos vamos por ahí, al sitio del mundo que tú quieras y escribimos un disco entero de canciones de desamor".



Imagen del disco Vinagre y Rosas de Joaquín Sabina

El proceso creativo se describe en el libro publicado por Benjamín Prado “Romper una canción”.

A la textura concentrada de las letras que componen el disco, la frescura de los artistas que acompañan al autor en este viaje. El grupo Pereza, que aparece en el primer videoclip del album, ha puesto el punto macarra y desenfado a un disco que según
Sabina, en una entrevista con Iñaki Gabilondo, había quedado “densamente literario”. El grupo de Rock acompaña al autor en los sencillos Tiramisú de limón y Embustera.
El resto de los temas, acompañado “de los de siempre”. La música, cocinada a fuego lento en Rota, con el toque indiscutible de Pancho Varona, José Antonio Romero y Antonio García de Diego.





Un menú de alta cocina. Sólo Sabina podía maridar tiramisú con vinagre. El mismo vinagre, que escuece en las heridas de siempre, pero cosecha del 2009. La rosas, el sabor agridulce que deja en el paladar cada canción, o “la memoria del amor”, en palabras de Sabina en la entrevista del programa Hoy por Hoy, que resuelve profundo y desairado, el carácter del disco. Los 14 temas, se debaten entre el Sabina de siempre y el nuevo.

Pasada la convalecencia del Alivio de luto, han pasado cuatro años desde el último disco de Sabina, hay que “de-construirse”, buscar en lo viejo pero sin llegar hasta lo más profundo. Porque desde la Tranquilidad doméstica, así definía Sabina su actual estado, se está muy bien para vivirla y disfrutarla, pero no para contarla. Por eso el disco nace en Praga, la ciudad de Neruda, con un ruego a la Virgen de la amargura, aunque esta no sea la primera canción de un disco que como las grandes tragedias empieza por el final.



(Joaquín Sabina) "… es verdad que nos hemos peleado gozosamente por una coma, o por una tilde y es verdad que hemos vuelto más amigos de lo que fuimos". "Los camareros de Praga pensaban que eran maricones, y tenían razón".

Lo mejor, para el público, del milagro por lo civil de los dos genios que han compuesto cada canción, que su historia de desamor acabe en una habitación ventilada. Para disfrutarlo en todo su sabor hay que esperar al 17 de noviembre, el anticipo de su música, letras y fotografías en El país.com.

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